miércoles, 4 de noviembre de 2009

La procesión extraordinaria de 1794

La reconstrucción de la Ermita de la Soledad, y la grandiosa procesión extraordinaria que se celebró para trasladar la Santísima Virgen desde el Templo Parroquial hasta su nuevo Santuario y su posterior bendición fue un importante hecho histórico que tuvo lugar en la última década del Siglo XVIII de gran trascendencia y que sirvió para unir por si aún no lo estaban, más a los hijos de este pueblo con su Santísima Madre y Señora de la Soledad, Patrona de nuestra villa. En el acta del Cabildo de Oficiales, celebrado en la Ermita de Ntra. Sra. de la Soledad a finales de Diciembre de 1.794, que dice siguiente:

Terminada la Obra de la Ermita de la Soledad que había sido derribada por causa del Terremoto de Lisboa y construido el Retablo Mayor y Camarín de Nuestra Señora, se realizó Solemne Función de la Bendición de dicha Ermita el día 17 de Febrero de 1.794. Una vez celebrada Función de Iglesia en el Templo Parroquial, el día 23 de dicho mes y año, se decidió trasladar a Nuestra Amabilísima Madre a su santa casa. Concluida la admirable Función de Iglesia del día 24 del mismo mes y año, festividad de San Matías Apóstol, se procedió al traslado de imágenes e insignias.

Para dicha festividad se compró un riquísimo manto de terciopelo negro que se le hizo nuevo a Nuestra Madre, se dotó de ropa de sacristía y enseres diversos a los altares de la Ermita. La noche anterior a esta fecha, el Sr. Mayordomo D. José Velázquez acompañado de dos diputados de la Hermandad convidaron al Muy Distinguido Cuerpo de Señores Eclesiásticos que componen el respetable cabildo de nuestra villa, asimismo hicieron lo mismo con el Ilustre Ayuntamiento de esta villa, igualmente invitaron a la Venerable Comunidad del Convento del Señor San Francisco, así como también a las hermandades que en esas fechas radicaban en esta Parroquia. El día señalado para el traslado de la Imagen, una vez terminada la Función de Iglesia todos los invitados salieron formados en dos filas desde el Templo Parroquial hasta la Ermita, todo el pueblo se acercó hasta el mismo templo para acompañar a dicha procesión. Sin embargo y debido al fuerte temporal de viento y lluvia se temió lo peor a las tres, hora señalada para que saliese la procesión, en el momento en el que se empezó a mover el paso de Nuestra Amantísima Madre, se calmó el viento y cesó la lluvia en lo que se procedió a realizar dicha procesión que quedó constituida de la siguiente forma: Salieron las insignias de la Hermandad delante a la que antecedían setenta cantillaneros en calidad de tropa haciendo repetidas salvas por todo el tránsito de la procesión. Luego salió el Santo Sepulcro, seguido después de mucha parte del pueblo con luces con la mayor devoción y cantando a coro delante del Señor. Iban después nueve niños de corta edad vestidos de ángeles primorosa y ricamente que representaban a los nueve príncipes de los coros angélicos al que presidía otro niño representando al Señor San Miguel con una exquisita bandera en la mano. Detrás del paso del Señor iba una música de instrumentos y voces de la Santa Metropolitana y Patriarcal Iglesia Catedral de la Ciudad de Sevilla a la que acompañaba su Sochantre D. Basilio Estrada. Seguía después otra parte de lo más distinguido del pueblo portando luces delante del paso de la Señora, cerrando el cortejo la Venerable Comunidad Franciscana. Detrás de dicha comunidad seguía el Cabildo Eclesiástico cantando alternativamente el Himno de Nuestra Madre (STABAT MATER). Después iba el Ilustre Cabildo con todos los sujetos que lo componían y al que seguían la excelente y famosa Música de la Real Brigada de Artilleros así como una compañía de soldados de dicho Real Cuerpo. Cerrándolo un numeroso acompañamiento de mujeres rezando. Así siguió la procesión hasta llegar a la Capilla, durante el recorrido, dicha procesión fue seguida por un inmenso gentío que había concurrido de los pueblos cercanos y de la propia Ciudad de Sevilla. Como a las siete de la noche se dio vista a la Ermita y sin interrupción se dieron salvas y fuegos de artificios.

Una vez llegada toda la procesión al sitio destinado, D. Justo Pastor y Sierra, del claustro de la Real Universidad de Sevilla, cura más antiguo de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción y vicario de ella y su jurisdicción, y según manda el Sagrado Ritual Romano, procedió al Santo Sacrificio de la Misa para luego bendecir la Ermita. Una vez concluido dicho acto religioso, el Santo Sepulcro se colocó al lado derecho del pórtico de la Ermita, al lado izquierdo estaba el paso de Nuestra Madre y Señora. Las dos músicas citadas interpretaron varias tocatas primorosamente, y concluido esto se puso fuego a un excelente castillo que construyó el famoso Francisco Muñoz, Capitán de Ingenieros que luchó en el asedio de Gibraltar, acompañado de varios oficiales de su regimiento. Concluidos estos actos se procedió a la apertura de las puertas de la Ermita y es imposible expresar la alegría y júbilo del pueblo al entrar la Señora a su santa casa, basta decir que no pudiendo entrar todos dentro quedándose en las puertas de dicho templo aclamando incesantemente a la Señora. Colocados los pasos delante del Altar Mayor de la Ermita se entonó un Solemne Te Deum por D. Basilio Estrada.

El día 24 a las nueve de la mañana comenzó un repique general de campanas del templo parroquial y las Ermitas del Señor San Bartolomé y de la Misericordia, anunciando al pueblo que llegaba la hora de ir a la Ermita para presenciar la Solemne Función Religiosa, concurriendo todos y fueron colocados en sus respectivos escaños, empezando así la misa que celebró el Señor Vicario y oficiaron la música de la Santa Metropolitana Iglesia Catedral, tocando en los intermedios la música de los artilleros. Concluida la lectura del Sagrado Evangelio, predicó el célebre orador Fray José Ramírez, colegial del Mayor de Alcalá de Henares, lector de teología y cronista de la Provincia de los Ángeles. Acabada la misa se procedió a dar un refresco a todos los vecinos de esta villa en agradecimiento por su colaboración y asistencia a los actos de la restauración y bendición del Santuario de Nuestra Señora
”.

Para que se hagan una idea de los gastos que supuso la restauración y agrandamiento de la Ermita, hacemos una breve referencia del dinero de la época que gastaron:

Restauración y agrandamiento de la Ermita, 57.936 Reales de Vellón,

El Retablo Mayor del Santuario costó 22.000 reales de Vellón,

Se emplearon 4.300 Reales de Vellón en tallar, policromar y dorar el Camarín que acogiera a la Señora,

el refresco y los gastos de música, predicador y fuego de artificio ascendieron a 19.200 reales de Vellón.

Fueron recogidos de limosna por el pueblo durante 27 años que estuvo la imagen en la Iglesia Parroquial, 129.636 Reales de Vellón, que emplearon todos en la restauración, agrandamiento y Procesión Solemne de Febrero de 1.794.