miércoles, 30 de abril de 2014

Mañana del Viernes Santo en la Soledad (Galería fotográfica)


Como desde hace siglos, los cantillaneros tenían una cita ineludible durante toda la mañana en el Santuario de su Patrona. Miles de cantillaneros subían a la Soledad pare efectuar la tradicional visita  a la Santísima Virgen, entronizada ya en su paso de palio. Junto a los dos pasos de la cofradía, se encontraba también expuesto el Sepulcro recién restaurado, del mismo modo, muchos vecinos por tradición o promesa costearon los cirios de la candelería, renovando este antiguo rito, tan autentico del Viernes Santo de Cantillana.























Todo el año se pasa
desde su altar escuchando,
al que se acerca y le pide
y al que la mira suspirando.
O al que va a darle gracias
con la sonrisa en los labios,
todo el año se pasa
desde su Ermita velando
los difuntos de este pueblo
que descansan a su lado.

Por la ventana de su camarín
que se abre al campo santo,
la virgen cubre y protege
con su negro y largo manto,
a todos los cantillaneros
que un día se marcharon.
Será por eso que la Virgen
viste de negro todo el año
guardando luto por los cuerpos
que yacen tras el Santuario
y que esperan resucitar
como Cristo ha anunciado.

En el camarín del retablo
donde la Virgen permanece
el tiempo se adormece
al contemplarla extasiado,
el que entra lo presiente
porque el silencio es patente
en aquel templo elevado
donde tan solo se siente
las oraciones silentes
que se escapan de unos labios,
y en el porche del santuario
tres altas palmeras crecen
firmes seguras y fuertes
guardándolo todo el año.

Toda la historia del pueblo
ante sus ojos pasaron
y la vida misma de su gente
sostenida entre sus manos,
todas las almas de la villa
cubiertas bajo su manto,
testigo de tantas vidas
de este pueblo mariano,
que desde tiempo inmemorial
a sus plantas esta postrado
con un amor incondicional
que el tiempo no ha cambiado,
porque su esencia permanece
con el paso de los años.
Por eso Cantillana a verte
viene a tu blanco santuario,
a renovar como siempre
la mañana del viernes santo,
el viejo rito de ponerte
una vela de tu paso.

(Fragmento del pregón de la Semana Santa de Cantillana de 2012, pronunciado por Jesús Cañavate Rodríguez)