sábado, 11 de abril de 2015

La Virgen de la Soledad en su paso

El Sábado de Pasión, siguiendo ya un rito que se repite cada año, abriendo la Semana Santa se entronizaba en su paso la venerada imagen de la Virgen de la Soledad. En el presente año, la Virgen lucia la saya de finales del siglo XIX atribuida a las Antúnez, y un tocado compuesto por tisú y tul bordado en hojilla, las mejores joyas de su ajuar sirvieron para aderezar la imagen, entre ellas la Medalla de Oro de la Villa, la cruz militar o las estrellas de Serafín Sastre; En lugar del tradicional puñal, este año llevaba el corazón traspasado por siete espadas alusivas a los siete Dolores. Estrenaba para la ocasión una bellísima corona de espinas realizada en plata con partes doradas y piedras preciosas, realizada por Lucio Rodríguez de la Joyería el Toisón y donada por su familia. Rosas, calas, azahar, alstroemeria y trachelium compusieron el bello exorno floral del paso en el que por primera vez figuraron en la candeleria varios escudos alusivos a la Iglesia, a la devoción de la Virgen y su condición de Patrona de Cantillana.






































Tiene Cantillana tiene
una rosa de Pasión,
destrozado el corazón
por la espada que le hiere.

Es tan inmensa su pena,
su dolor tan inhumano
que tanto llanto ha inundado
el luto de su condena.

¿Qué le ha pasado a esta Madre,
gozosa en la Encarnación?
¿Quién le quita la alegría
a esta hija de Sión?

¿Quién tiñó de angustia negra
blanquísima Concepción
y le amargó la dulzura
de su Belén de Candor?

La dicha de esta Señora,
¿Quién le ha cambiado en clamor?
¡Tan gran bienaventuranza
incluía cruel pasión!

Se cumplió la profecía,
¡Vaya si se cumplió!

Una espada de hoja fría,
un cuchillo de dolor,
atravesará tu alma
helará tu corazón.

No sigas, Simeón, no sigas
Ya la vimos, sin color,
sin lagrimas, sin palabras.
No lo anuncies más. Simeón.

Ya conocimos su espada,
Como lanza se clavó,
como tormento de clavos,
como espina de amargor.

Su rostro de Viernes Santo
en el paño se grabó
de las mentes de Verónica,
de aquel que la contempló.

Era, pues, también la suya
una sangrienta Pasión.
¿Quién dijo que no es la suya
humana corredención?

Se cumplió la profecía,
¡Vaya si se cumplió!

Que allí estaba la Señora,
Madre la más dolorosa
al pie de la cruz llorosa
donde colgaba su amor.



Desde entonces Cantillana
tiene Madre, tiene flor,
tiene espada atravesada,
tiene rosa de Pasión.