(1º) (música
1)
De
Simeón la profecía
fue
vuestro primer dolor,
cuando
dijo que sería
perseguido
el Redentor.
¡Oh,
Virgen desconsolada!
Madre
llena de dolor,
ya que sois nuestra abogada,
alcanzadnos el perdón.
(2º) (música
2)
Anuncia
el ángel glorioso
que a
Egipto sin tardar
huyáis
con Hijo y esposo
Virgen
Madre singular.
Y así
de Herodes frustrada
queda
la persecución.
Ya que sois nuestra abogada,
alcanzadnos el perdón.
(3º) (música
1)
El niño
Jesús perdido
vuestro
pecho traspasó,
¡quién
supiera arrepentido
pronto hallarle como Vos!
¡Oh, Virgen atribulada!
Madre llena de dolor,
ya que sois nuestra abogada,
alcanzadnos el perdón.
(4º) (música
2)
Al
calvario se encamina
Cristo
llevando la cruz
y al
ver así tierna Madre
a
vuestro caro Jesús,
os
ponen acongojada
mi
pecado y su aflicción.
Ya que sois nuestra abogada,
alcanzadnos el perdón.
(5º) (música
1)
A Jesús
vuestro consuelo
Hijo a
quien tanto queréis,
con
angustias excesivas,
por el
hombre morir veis.
También
Vos ¡oh, Madre amada!
compartís
su cruel pasión.
Ya que sois nuestra abogada,
Alcanzadnos el perdón.
(6º) (música
2)
Del
madero desclavado
el
cuerpo del Redentor
herido
y despedazado
contemplasteis
con horror.
Los
clavos, lanza y espinas
redoblan
vuestro dolor.
Ya que sois nuestra abogada,
alcanzadnos el perdón.
alcanzadnos el perdón.
(7º) (música
1)
Aquella
infinita ofensa
que al
Dios eterno causó
del
hombre el primer pecado
muriendo
Jesús borró.
Con su
muerte consumada
fue la
humana redención.
Ya que sois nuestra abogada,
alcanzadnos el perdón.
Música de Manuel
Blanco Pino (Siglo XX)